martes, octubre 31, 2006
La falcata ibérica
Así narraba Plinio el Viejo, en su Naturalis Historia, los encantos del arma más temida de la época prerromana. En el siglo II aC, tras la Segunda Guerra Púnica, el Imperio Romano había expulsado a Cartago de la Península Ibérica. Ahora este territorio se le presentaba en bandeja, y con él sus minas de hierro y cobre, las más ricas del mundo conocido. Sin embargo, un levantamiento generalizado de las tribus íberas y celtíberas contra el invasor prolongó su conquista durante casi doscientos años mas, y significó un infierno para las legiones romanas.
La férrea resistencia que opusieron los nativos vino influenciada por su mejor conocimiento del terreno y su hábil guerra de guerrillas, pero la utilización de la falcata, una espada claramente superior al armamento romano, hizo mella en la moral de las legiones. Hasta tal punto que Augusto ordenó reforzar con hierro los escudos de los ejércitos que partían hacia Hispania, para intentar contrarrestar su efecto de tajo.
La falcata tiene su origen probablemente en el kopis griego, un tipo de sable que llevaron los griegos consigo en sus misiones coloniales. A partir del siglo V aC, los íberos la transformaron gradualmente, redujeron su curvatura, añadieron doble filo en la punta (para que sirviera también como arma de estocada) y sobre todo perfeccionaron su método de fabricación utilizando hierro de muy alta pureza y estructura de tres láminas. Esto dio lugar a una espada enormemente flexible y prácticamente irrompible por otro tipo de armas de la época.
Su potencia de corte era aprovechada al máximo cuando era utilizada desde lo alto, como en caballerías o en la defensa de murallas. La causa de esto es que, por su forma curvada característica, el golpe caía en dirección tangente al objetivo y no perpendicular como sucedía con el gladius romano, siendo el corte más efectivo. Esta técnica se ha utilizado posteriormente desde la fabricación de las cimitarras hasta los sables modernos que utilizaban los dragones de Napoleón.
lunes, octubre 23, 2006
El verdadero Robespierre
Un ciudadano respetable
Maximilien Robespierre nació en Arras, en la Picardía francesa. De familia de clase media, pudo cursar estudios de Derecho al igual que su abuelo, donde destacó como un estudiante particuñarmente brillante. Mientras ejercía, escribió algunos libros de leyes que le valieron una reputación en la ciudad. Destacaba como un defensor incondicional de las teorías de Rousseau y de la revolución, siendo a la vez uno de los ciudadanos más respetables del lugar, conocido sobre todo por su corrección, honradez y completa sinceridad.
En 1788 estas ideas estaban cada vez más de moda, y Robespierre comenzó a influir en los círculos políticos de la ciudad, donde fue elegido para diversos puestos en Arras y posteriormente en París, donde su posición en defensa de los campesinos pobres le valió el apoyo del pueblo durante sus brillantes discursos. Ingresó en el Club de los Jacobinos, el grupo de ideas radicales de izquierda, del que se convirtió en líder espiritual tras la desaparición de sus líderes fundadores (Barnave, Mirabeau). La actitud que tomó Robespierre durante los acontecimientos que siguieron, y sobre todo los discursos con los que la exponía, le valieron una creciente reputación en el gobierno revolucionario, que le llevaron finalmente a ser elegido dentro del Comité de Seguridad Pública. Se había opuesto a la guerra con Austria, y había apoyado la ejecución del rey XVI, para lo que pronunció su célebre frase "Luis debe morir, para que el país pueda seguir viviendo". El fracaso que tuvo la posición contraria de los Girondinos provocó su destrucción, y la consolidación de Robespierre como el guía de la Convención Nacional, nueva etapa de la Revolución.
Desde 1792 hasta su caída dos años más tarde, más de 30000 personas fueron guillotinadas en París, denunciadas por la Convención como traidores a la Revolución. Robespierre y sus amiguitos del Comité fueron aumentando la acción represiva progresivamente también entre los miembros del gobierno. Danton y Hébert, apoyos de Robespierre pero de facciones diferentes, fueron ajusticiados, y el gobierno fue visto cada vez más como una dictadura. Finalmente, un levantamiento del pueblo provocó la caída de la Convención y la ejecución de su tirano, en Julio 1794.
Un tirano cruel?
Es cierto que Robespierre creó un estado autoritario y represivo, prácticamente una dictadura en mitad de la Revolución. Pero, cuáles fueron las causas de sus acciones? Realmente la dictadura personal no coincide con las ideas que defendió, y tal vez nunca le gustó el hecho de enviar ciudadanos a la guillotina (dimitió de un puesto de juez en el tribunal penal de Arras sólo por evitarse pronunciar sentencias de muerte). No hay que olvidar que él no estaba solo en el Comité, y que realmente él era el ideólogo y teórico mientras que dejaba a otros el poder ejecutivo (purgas de traidores y ejecuciones). No cuesta mucho imaginar que tras la caída de la Convención muchos miembros del comité culparon a Robespierre, que ya había muerto, de todas las crueldades que sucedieron, y así salvaron su vida.
Robespierre era un teórico y un filósofo. Se dedicó durante su carrera política a formular leyes, redactar ensayos y pronunciar discursos. Las ideas de su ídolo Rousseau, que defendían el poder del pueblo por encima de las libertades individuales, fueron las que definieron su gobierno, que él mismo explicó como "el despotismo de la libertad contra la tiranía". Como teórico que fue, pretendió aplicar sus ideas de manera inflexible, hasta el punto que no dudó en hacer eliminar a sus detractores. Como político sin carácter pragmático que fue, nunca traicionó sus ideas, y fue "incorruptible" hasta su muerte.
lunes, octubre 16, 2006
Posmodernismo
"Posmodernismo" es el término con el que se le suele llamar a esta época. Un nombre poco agraciado sin duda, que viene simplemente del hecho de ser la época sucesora del Modernismo. Pero tampoco al Modernismo se le llamaba así en su tiempo, así que esperemos que un nombre mejor llegue algun día.
Pero, y cuáles son sus valores de pensamiento? Será cierto que, como dicen nuestros padres, "la sociedad actual carece de valores"? Pues, según la forma de pensar modernista, tal vez sí. Pero un posmodernista diría "depende de lo que entiendas por valor", dejando al oyente perplejo y un poco girao.
Cómo fue
Repasemos cómo surgió todo este cotarro. Año 1945: El mundo acaba de darse cuenta del resultado del progreso, tan idealizado por la filosofia Modernista y Positivista de los cien años anteriores. Este modo de pensar creía infinitamente en las posibilidades de la tecnología y la razón, que mediante el método científico y la experimentación, llevarían al hombre al Bien y a la Verdad absoluta, a dominar cuanto le rodea y hacerlo dueño de su destino. Pero después de la Segunda Guerra Mundial y todos los horrores e injusticias sociales que había creado, todo esto fue seriamente planteado y, salvo intentos neo-modernistas como la escuela Estructuralista, progresivamente desacreditado.
Surgen nuevas formas de pensar más relativistas. Sartre, Derrida y Foucault impresionan a los pensadores con sus proposiciones "existencialistas", "desconstrucionistas" y "post-structuralistas". Se sustituye la idea de "un solo método, una sola verdad", por la de "todo vale". Los medios de comunicación llevan la información a las masas, que ya empiezan a ser críticas y a crear opinión. Las nuevas generaciones rompen temas de moralidad que nunca antes se habían siquiera planteado.
Esta tendencia, sin embargo, viene frenada por la Guerra Fría y la división del mundo en dos bloques antagónicos, con la consecuente politización de los medios de comunicación, que se convierten en la herramienta con que dominar la opinión de las masas. Por fin, a finales de los años 80 ocurre el gran triunfo del Posmodernismo, los regímenes comunistas de Europa del Este van cayendo progresivamente ante el poder creciente del criticismo de la opinión pública. La concepción global del mundo y el relativismo componen finalmente el pensamiento de nuestra sociedad. El concepto de "valor", como una idea cuya definición existe y es aceptada comúnmente, ha desaparecido.
Qué es un posmodernista
Todos los que vivimos en esta época tenemos estilos de vida posmodernos. Todos somos, en mayor o menor medida, un producto de esta corriente de pensamiento.
- Un posmoderno no cree en doctrinas. Sabe que el pensamiento, la opinión y la verdad son relativos. La utopía no existe, el progreso no es más que una ilusión provocada por la idea equivocada de "Verdad". Al ser ésta una idea relativa, todo lo demás lo es.
- El posmoderno, pese a ser creativo, sabe que no es original. Ninguna idea que sale de su cabeza se ha generado en ella, pues toda idea es copia, versión o mezcla de otras que ya existían. Sabe, además, que esta idea no es estática, sino que su significado cambiará enormemente según el momento y el lugar.
- El posmoderno no es un humanista. No se pregunta el por qué ni el para qué del ser. En cambio, es humanitario. Piensa que la experiencia personal y la amistad enriquecen más al individuo.
- Un ser posmoderno es producto de la globalización. Se siente miembro del mundo. Siente interés y admiración por culturas diferentes a la suya, tal vez más que por la suya propia.
- El posmoderno se comunica de manera no convencional, experimenta. Reinventa el lenguaje. También cambia su concepto de arte y de belleza, cambia continuamente. Nunca llega a definirse porque él mismo es cambio.