domingo, febrero 24, 2008

La cuarta Cruzada: Cristianos contra cristianos

Las Cruzadas, el hecho de dar un significado religioso a las luchas que, durante toda la Edad Media, se daban entre príncipes cristianos y musulmanes, significaron de alguna forma la internacionalización de la guerra. La primera acción basada en la idea de Cruzada ocurrió en la España de la Reconquista. Alfonso VI de Castilla, tras su aplastante derrota en Sagrajas frente a los Almorávides, pide ayuda a a caballeros extranjeros para resistir en Toledo y la frontera del Tajo los continuos ataques musulmanes.

Los orígenes de las Cruzadas nacieron de un sentimiento espontáneo de peregrinos cristianos que visitaban los Santos Lugares. Estos iban cada vez más en grupos armados, pese a que los árabes, muy tolerantes, no les oponían ningún obstáculo. Este sentimiento fue aprovechado por el papa Urbano II, que predicó la primera Cruzada en 1095, con la finalidad de desviar las actividades belicosas de los señores feudales. Además, de esta forma se permitía hacer una exhibición de fuerza ante su debilitado enemigo, la Iglesia Ortodoxa de Oriente, al enviar mercenarios a la defensa del Imperio Bizantino. Tuvo un éxito extraordinario, miles de caballeros cruzados de toda Europa se agruparon en Constantinopla y conquistaron Jerusalén, y se crearon órdenes militares que lo mantuvieron durante casi cien años.

Sin embargo, durante las siguientes Cruzadas, los reyes tienen un papel cada vez más importante, que incluso choca a veces con la dirección pontificia. Hombres de negocios italianos financian las infructuosas expediciones de San Bernardo de Claraval, y luego de Ricardo Corazón de León junto al emperador Federico Barbarroja.

Los problemas financieros de la cuarta Cruzada

El papa Inocencio III quiso cambiar esta situación predicando una cuarta Cruzada. Evitando cuidadosamente que los reyes asuman su dirección, planifica un ataque muy organizado contra Egipto, corazón del imperio de Saladino. Contrató a los venecianos el transporte, logística y refuerzo de tropas, y nombró al italiano Bonifacio de Montferrato, descendiente de cruzados, como líder del ejército. En 1202, más de 30,000 cruzados, en la mayoría franceses, se comprometieron a estar listos para partir hacia El Cairo, algo que sin embargo nunca sucedió.

En Venecia se presentaron sólo una tercera parte de los soldados prometidos, y con ellos poco más de la mitad de los marcos de plata necesarios para pagar. Exigiendo los venecianos el pago de las naves, que sí habían construido, se tuvo que llegar a un acuerdo entre las dos partes. Finalmente, el duque Enrico Dandolo de Venecia, hábil diplomático y sobre todo hombre práctico, consiguió atraer la Cruzada para sus propios intereses.

Pese a que el papa Inocencio había prohibido expresamente a los cruzados "cometer actos atroces contra otros vecinos cristianos", los venecianos exigieron como pago a los caballeros que tomaran la ciudad de Zara, rebelde a Venecia y bajo la protección del rey Emerico de Hungría y Croacia, que sin embargo había mostrado apoyo a la Cruzada. Algunos cruzados, decepcionados, volvieron a casa, mientras la mayoría se enfrentaban a una amenaza de excomunión tras tomar la ciudad.

Mientras esto ocurría, Bonifacio, el en teoría líder de la expedición, con intención de recuperar la iniciativa y salvar la Cruzada, se reunió con Alejo el Ángel, cuñado de su primo, e hijo del emperador bizantino Isaac, depuesto hacía algunos años por su tío -también Alejo- que ahora ostentaba el poder en Constantinopla. Alejo prometió financiación y refuerzos a la expedición si le ayudaban a recuperar el trono. La mayoría de los cruzados aceptaron, y especialmente los venecianos, ya que el usurpador había expulsado a sus mercaderes al llegar al poder.

El sinsentido

La ciudad cayó con la rápida huida del emperador, y Alejo IV fue coronado emperador de Constantinopla. Sin embargo, encontró enormes problemas para encontrar el oro y plata que había prometido a sus socios, pese a fundir grandes cantidades de objetos valiosos que existían en la ciudad. Este ataque a las posesiones de la población, junto con la antipatía creciente hacia los extranjeros que ocupaban su ciudad, causaron luchas continuas entre griegos y cruzados en las calles y en la corte.

En Enero de 1204, un cortesano líder del movimiento antilatino acabó estrangulando al emperador -la manera favorita de derrocar en Bizancio- y se autoproclamó Alejo V. Lo primero que hizo fue terminar el contrato con los cruzados y expulsarlos de la ciudad. Éstos asaltaron la ciudad, pero fueron repelidos por la fiera resistencia de la población griega.

La desmoralización de los cristianos los puso al borde de la retirada. Sin embargo, los clérigos que les acompañaban hicieron uso de un discurso efectivo, desoyendo las continuas órdenes del papa Inocencio de que cancelaran este ataque contra cristianos: esta acción no era un castigo de Dios por sus pecados, sino una prueba a sus espíritus. Eran los griegos, asesinos y traidores al asesinar a su patrón, y literalmente "peores que los judíos", los que merecían la muerte. El resultado de estos ánimos fue efectivamente la toma de la ciudad días más tarde, pero seguida de un saqueo considerado como el más violento y humillante de la Historia.

Durante tres días, y pese al intento por parte de los venecianos de restablecer la calma, los caballeros franceses participaron de una locura en la que continuamente pasaban a cuchillo a la población, destruían obras de arte, quemaban libros, asesinaban a clérigos y violaban a monjas. El historiador bizantino Nicetas Choniates cuenta en su crónica del saqueo de Constantinopla que los cruzados pasaron días emborrachándose en la sala capitular del palacio imperial, mientras una prostituta ocupaba el trono. El papa Inocencio, en sus cartas de 1205, escribe sobre la vergüenza que siente hacia las acciones de los cruzados, y el cisma definitivo entre la Iglesia Romana y la Iglesia Ortodoxa: "¿Cómo podría volver, la Iglesia de los griegos (...) a una unión eclesiástica y devoción a la Sede Apostólica, cuando se ha visto en los latinos un ejemplo de perdición y oscuridad, y ahora con razón les detesta más que a perros?".

Después del fin

La creación del Imperio Latino de Oriente, partido en una serie de estados pertenecientes a venecianos y señores franceses, fue vista como un elemento decisivo para el éxito de futuras Cruzadas. En realidad, las traiciones, exilios y asesinatos se sucedieron entre la nobleza durante el medio siglo que duró el Imperio, y el emperador latino se mostraba siempre incapaz de otener el apoyo de la población griega del territorio y de resistir las embestidas de turcos y búlgaros. De hecho, es a partir de un territorio griego, Nicea, que Miguel Paleólogo consigue asegurar la reconquista de Constantinopla en 1261 y la restauración del Imperio Bizantino. Sin embargo, la antes gran ciudad de Oriente nunca se recuperó, y el Imperio se volvió una degeneración de lo que era hasta la caída en manos turcas.

A partir del siglo XIII la idea de Cruzada decae, como algo fuera de su tiempo. Es blandida en muchas ocasiones como excusa para hacer la guerra contra herejes o príncipes enemigos de Roma, de modo que su poder moral se termina agotando en toda Europa excepto en Chipre, asiento de los reyes de Jerusalén, y Rodas, base de los Hospitalarios, que seguirán soñando obsesionados con la idea durante dos siglos más.

jueves, febrero 07, 2008

El infierno de Kursk

La batalla de Kursk no sólo fue la mayor confrontación de tanques de la Historia, sino también el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial. A partir de este punto, la Alemania de Hitler dejó de tener la iniciativa en el frente del Este para pasar a defender, algo que no cambiaría durante el resto de la guerra.

Barbarroja

La invasión de Rusia -operación Barbarroja, comenzada el 22 de Junio de 1941 y pensada para ser una conquista rápida, antes de que llegara el invierno- había ido bien para los alemanes en los primeros meses de lucha. Pese al comienzo demasiado tardío de la operación -el invierno ruso iba a llegar de todas formas- y haber infravalorado el poder de resistencia de la Unión Soviética, el ejército alemán contaba con mucha más preparación y mejor apoyo logístico. El factor sorpresa, el apoyo aéreo y la desorganización soviética permitieron un avance de 50 km diarios. En Agosto, la Wehrmacht ya estaba a poco más de 100 km de Leningrado, Kiev y Smolensk. Pero un inesperado cambio de planes alteró el ritmo de la invasión.

Hitler siempre se había creído un genio militar, y algunos aciertos estratégicos durante la guerra -mayormente, corriendo grandes riesgos- le convencieron para tomar personalmente el mando de los ejércitos del frente oriental. Los planes iniciales del plan eran, además de tomar Leningrado, enviar al sector Ejército Sur a tomar el control de los ricos pozos petrolíferos del Cáucaso, y al Central hacia Smolensk y directamente a Moscú, que debería estar ocupada antes del invierno. Sin embargo Hitler tomó una decisión desconcertante, contra la opinión de todo el Alto Mando: detuvo el avance a la capital para reforzar el Ejército Sur, que estaba combatiendo muy duramente en Kiev.

A Hitler se le había metido en la cabeza que la ciudad ucraniana debía ser tomada, pero debido a la férrea resistencia por parte de la población, el sitio terminó durando hasta Octubre, ralentizando todo el avance hacia el petróleo del Cáucaso. El resultado fue que, a la llegada del invierno, no se había alcanzado el crucial acceso a los pozos. A su vez, el grueso del sector Central, el IV Ejército de la Wehrmacht, estaba a las puertas de Moscú, pero debilitado a causa de este refuerzo inesperado, se había entretenido demasiado en Smolensk, y también carente de suministros, no podía avanzar más.

De atacantes a atacados

Tras la reorganización soviética, la expulsión de los nazis de Moscú y la estabilización relativa del frente ocurrida en el invierno, en 1942 los alemanes trataron de ocupar finalmente el Cáucaso. Sin embargo, de nuevo los conflictos de Hitler con el Alto Mando hicieron que la Operación Azul se convirtiera en un torpe avance que acabó atrapando a los alemanes en la batalla de Estalingrado, en la que perdieron a su mayor fuerza de elite, el VI Ejército.

El mariscal Von Manstein consiguió sin embargo contrarrestar la contraofensiva proveniente de Estalingrado, e incluso avanzar en Jarkov durante el mes de Marzo de 1943. Entonces propuso al Alto Mando tender una trampa que, atrayendo al Ejército Rojo hacia los restos del VI Ejército alemán, realizaría una maniobra envolvente que atraparía a los rusos en la cuenca del Donetz. Hitler, reacio a ataques envolventes, no aprobó el plan y se centró en Kursk, una zona entrante en el recto frente ruso.

El objetivo era demasiado obvio: los rusos previeron el ataque, que todavía les dio más ventaja al retrasarlo hasta Julio -Hitler quería que los nuevos carros Panther llegaran al frente-. Los generales Rokossovsky y Vatutin habían instalado decenas de cinturones defensivos, y disponían de planes de retirada progresiva conforme los alemanes fueran avanzando. Los rusos sabían que el ataque iba a venir de manos del enorme número de tanques que se habían acumulado allí. Cuando éstos comenzaron la Operación Ciudadela el 5 de Julio, más de un millón de minas antitanque diezmaron las columnas de acorazados. La artillería y aviación rusas, que tras dos años de campaña ya eran comparables en número y preparación a las alemanas, diezmaron el apoyo artillero alemán.

Aunque los Panzer seguían siendo un arma formidable apoyada por la Luftwaffe, no tenían el apoyo de infantería adecuado, y los soldados rusos fueron capaces de destruirlos fácilmente con cañones antitanque o simples cócteles molotov. Además, los nuevos modelos -Tiger y Panther- eran muy escasos y no dieron el resultado esperado. Más de la mitad quedaron fuera de combate el primer día por problemas con su sistema de refrigeración.

El 12 de Julio, los alemanes creyeron estar ante el final de los cinturones defensivos rusos. Sin embargo, al entrar en Prokorovka, la SS-Panzerkorps se encontró de frente con toda una división blindada de T-34 soviéticos. El mayor combate de blindados de la Historia (400 alemanes frente a 900 soviéticos) terminó en empate técnico, pero fue una enorme derrota moral para los nazis, que creíanestar cerca de la victoria. El 17 de Julio, cuando los soldados de la Wehrmacht vieron cómo todos los Panzer eran retirados y trasladados al nuevo frente de Sicilia, supieron que pasaban a la defensiva. Los contraataques soviéticos empezaron de inmediato. Los atacantes se convertían en atacados.