miércoles, abril 23, 2008

Pensilvania, tierra de sectas

¿Has visto "Único testigo"? Los amish y menonitas son comunidades cristianas que rechazan aspectos de la sociedad moderna y, por decisión propia, se abstienen de su ritmo de vida y de muchas de las costumbres relacionadas con la tecnología y las ideas progresistas. ¿De dónde surgieron, cómo se formó su particular manera de entender la religión? ¿Y por qué asentaron raíces tan profundas en el estado de Pensilvania (EEUU)?

Convulsiones religiosas en Europa

Todo comenzó en la ciudad suiza de Zurich, en Enero de 1525. Eran los años de la reforma religiosa desencadenada por Lutero. En cada ciudad europea surgían nuevas teologías, interpretaciones y corrientes cristianas que cuestionaban la doctrina de Roma. El pastor Ulrich Zwingli, líder del movimiento reformista en Zurich, tuvo un encontronazo con un grupo, liderado por Conrad Grebel, que exigía una reforma rápida y radical. Se hacían llamar a sí mismos anabaptistas ("rebautizadores"), ya que rechazaban el bautismo infantil por considerarlo involuntario, y exigían que todo cristiano fuera bautizado ya en edad adulta. Sin embargo, también defendían la total independencia del Estado y la Iglesia, y eso les trajo problemas. El Concilio de Zurich apoyó a Zwingli al expulsarlos de la ciudad.

Ante la mala acogida que la reciente comunidad había recibido de los gobernantes, por considerarlos peligrosos, en 1527 se reunió en Augsburgo el "sínodo de los mártires", donde los principales seguidores del movimiento acordaron las bases teológicas del anabaptismo. Poco después de la celebración del sínodo, la mayoría de los participantes fueron arrestados y ejecutados.

A partir de ese momento, los anabaptistas (llamados menonitas, en honor a uno de sus líderes espirituales, el holandés Menno Simons) fueron perseguidos tanto por católicos como por luteranos, y asesinados por miles. Esto les obligó a comenzar a reunirse en secreto por las noches, en sus casas o en cuevas. Poco a poco fueron cerrándose en sí mismos, recluyéndose de la sociedad, y cambiaron la intención de evangelizar a la gente por la de vivir de manera humilde, "predicando con el ejemplo". Un grupo de ellos se unió, durante el siglo XVII, a la Iglesia oficial de Suiza, y consiguió que las persecuciones cesaran. A causa de esto, los menonitas restantes se fragmentaron. En 1693, el joven Jacob Amán rompió con su comunidad, acusándola de ser tolerante hacia estos menonitas que estaban integrados en la Iglesia. Terminó formando, junto con otros seguidores, la comunidad amish, que representó desde entonces la corriente más radical de la ideología menonita.

América: ¿libertad y exenciones fiscales? Pues vamos

En el siglo XVII, la existencia de amish y menonitas en Europa estaba más o menos aceptada, pero nunca dejó de incomodar a los príncipes, y de hecho, en algunos territorios las persecuciones no terminaron hasta 1710. Estas comunidades fueron vagando de país en país, sujetas a la tolerancia mostrada por el gobierno correspondiente, y sobre todo, a la utilidad que se les podía sacar. Efectivamente, los menonitas eran conocidos por su tenacidad en el trabajo, su pacifismo y su desinterés por entrometerse en la política. Así pues, mientras se les consiguiera aislar del resto de la sociedad, eran útiles para recuperar tierras empobrecidas y labrar zonas sin roturar. Los gobernantes sólo tenían, pues, que montar leyes que no les permitieran mostrarse en público: estuvieron obligados a construir sus iglesias en calles traseras, y no se les permitía tocar la campana para llamar a misa. Unos impuestos más altos que el resto de la población les terminaba de cortar todo poder de influencia.

A mediados del siglo XVII, la mayoría de los menonitas huyeron de los Países Bajos, donde habían gozado de una relativa calma durante años. El endurecimiento de sus condiciones les llevaron a Alemania, en las cercanas regiones de Westfalia, Sajonia y Hamburgo, donde se unieron a un grupo de cientos de cuáqueros existentes y también confinado en esas tierras. Los cuáqueros habían surgido recientemente en la puritana Inglaterra, como un movimiento que defendía la meditación libre y personal sobre la religión, y fueron convenientemente perseguidos por la Iglesia Anglicana.

Fue entre este grupo de cuáqueros y menonitas discriminados que el terrateniente William Penn (también cuáquero) solicitó colonos para su nuevo asentamiento. Penn había recibido en 1681, gracias a la influencia de su familia, las tierras de la región que llamó Silvania (más tarde Pensilvania en su nombre), y allí creó un territorio con leyes propias que garantizaban el libre culto y una ley equitativa de impuestos. La primera colonia americana de este tipo consistió en una familia menonita y doce de cuáqueros, que fundaron Germantown, a las afueras de Filadelfia, en 1683. Durante los años siguientes, 2500 menonitas y 500 amish llegaron a la región, desplazándose poco a poco hacia el occidental condado de Lancaster, de tierras más salvajes y baratas. Una forma de holandés y alemán eran, y aún son hoy en día en algunos grupos, la lengua usada por estas gentes.

Entre estas comunidades pronto se produjeron nuevas fragmentaciones, al contrario de sus análogos europeos, que terminaron fundiéndose en una única Iglesia Menonita. En América terminó por diferenciarse el movimiento de la Antigua Orden Menonita, de otras comunidades. Estos se convirtieron en las típicas y sencillas granjas aisladas de personajes barbudos, totalmente reacios al uso de tecnología, a utilizar botones y a la educación superior de sus hijos. Sus valores han sido siempre la pertenencia a la comunidad, el amor por la tierra, y la educación religiosa y orientada a oficios artesanales.

Los amish han estado, desde su aparición, exentos del servicio militar y fuera del sistema de seguridad social, al creerse ellos solos en derecho de cuidar a la comunidad. Igualmente ocurre con otros servicios, casi todas las iglesias tienen seguros de vida para los miembros de la comunidad. El Mennonite Disaster Service es una red norteamericana de voluntarios que actúan en emergencias nacionales o locales. Es curioso el caso del Amish Lancaster County, que en 1885 creó su propio cuerpo de bomberos.

Menonitas disidentes

El resto de grupos menonitas (huteritas, menonitas de la Iglesia de Dios en Cristo, Brethren de Cristo) , algunos más progresistas y otros más puritanos, comparten la gran parte de la doctrina con los primeros, pero variando algunos comportamientos e interpretaciones de determinados versículos de la Biblia. El grupo probablemente más curioso fue el que fundó el Monasterio de Éfrata, también en el condado de Lancaster (Pensilvania) en 1732. Éstos descendían de una rama pietista de los menonitas alemanes asentados en Germantown, de la que en 1728 se habían escindido los Baptistas del Séptimo Día, que sólo se diferenciaban de los primeros en que decidieron practicar el día sagrado de descanso el sábado.

De entre ellos, el carismático Conrad Beissel fundó la comunidad de eremitas de la que se proclamó líder. Esta comunidad pretendía vivir en la tierra de la forma más parecida posible a como se imaginaban que sería en el cielo. La vida en el monasterio se caracterizó por una disciplina muy dura, que incluía dormir seis horas cada noche en un cajón de madera y comer una sola comida vegetariana al día (aunque en la Biblia no se menciona en ningún momento que en el cielo haya que comer, se pensó que si no se incluía una comida al día la comunidad no llegaría muy lejos). La esperanza de vida en el monasterio nunca fue, por tanto, muy alta. Beissel estaba convencido de que Cristo regresaría al mundo mientras él viviera, y lo haría "como un ladrón en la noche". Por tanto, cada noche, todo el monasterio se levantaba entre las 12 y las 2 de la mañana para vigilar la venida de Cristo. Al morir el líder en 1768, la comunidad perdió su razón de ser y desapareció al poco tiempo, integrándose casi todos sus miembros en la Iglesia Baptista del Séptimo Día, que al fin y al cabo, era la más parecida a su doctrina.

miércoles, abril 16, 2008

Caporetto: La batalla que cambió Italia


El amanecer del 24 de octubre de 1917 comenzó con tremendos ruidos de explosiones. Un bombardeo de la artilleria austriohúngara en la zona de Caporetto (Kobarid, en esloveno) dió comienzo a la 12ª batalla del Isonzo. El ataque, liderado por tropas especiales alemanas ("Sturmtruppen"), rompe rápidamente el frente y amenaza con cercar al III ejército italiano que lo defiende, sembrando el caos entre las filas enemigas. El pánico se adueña de las tropas, que huyen en desbandada y no son capaces de ofrecer una resistencia eficaz. Sólo en el río Piave, a más de 100 kms del lugar donde comenzó la ofensiva y última línea de defensa de la llanura véneta, se consigue establecer el frente después de que los alemanes y austrohúngaros forzaran demasiado sus líneas de suministros. En tan sólo 15 días las fuerzas austrohúngaras y alemanas alcanzan una de las victorias más sonadas de la Gran Guerra, inflingiendo al ejército italiano más de 30.000 bajas y capturando 275.000 prisioneros.

Durante la batalla destacó un joven capitán alemán, Erwin Rommel, que dirigió una compañía de 250 tropas de montaña a la toma del monte Matajur, capturando más de 9.000 prisioneros y recibiendo por ello la mayor condecoración alemana, Pour le Mérite.

Un ejército desmoralizado

La víspera de la batalla, los soldados italianos formaban un ejército cansado y desmoralizado. Desde mayo de 1915 Italia había lanzado hasta once ofensivas en el valle del río Isonzo (Soča en esloveno), con ganancias territoriales mínimas a un coste terrible (alrededor de la mitad de los 600.000 italianos caídos durante la Gran Guerra se dieron en el valle del Isonzo). El área es particularmente favorable para los defensores, con altos riscos y desfiladeros resguardados tras una ancha corriente de agua que tiene la costumbre de desbordarse con frecuencia.

A pesar de todo, el alto mando italiano eligió este sector para lanzar sus ataques principalmente porque presentaba las mejores posibilidades de anexiones territoriales. Las grandes pérdidas, la dura disciplina impuesta por los altos mandos, la larga duración de una guerra que parecía interminable y los propios motivos impopulares detrás de una guerra ofensiva, habían creado un estado de ánimo antibelicista en todo el país.

Un ejército triunfante

La revolución rusa de febrero de 1917 y la decisión del gobierno provisional ruso de continuar la guerra mediante una ofensiva catastrófica en el verano terminan por hundir la capacidad combativa del ejército ruso. Motines, deserciones en masa, rendiciones de unidades enteras sin oponer resistencia se convierten en la norma. En este contexto, Alemania y Austria-Hungría deciden transferir un buen número de unidades del frente oriental, donde ya no son necesarias, al frente italiano para lanzar el gran ataque.

Por otro lado, los alemanes vienen del frente oriental habiendo probado nuevas tácticas de combate más eficaces, llamadas tácticas de infiltración. Ideadas por el General Oskar von Hutier para romper el estancamiento creado por la guerra de trincheras, perseguían la sorpresa y la rapidez en el ataque. Comenzando con bombardeos breves pero intensos, les seguía un ataque liderado por "sturmtruppen", con apoyo aéreo directo, que tenían como objetivo atravesar y desbaratar la retaguardia eliminando al soporte artillero y las líneas de comunicaciones. El grueso de la infantería se encargaría de limpiar las bolsas de resistencia dejadas por las tropas de asalto. Estas tácticas se habían probado con éxito en septiembre en la toma de Riga, pero no fue hasta Caporetto cuando se probaron por primera vez a gran escala.

Tras demostrar su éxito se emplearon masivamente en el frente occidental y estuvieron a punto de decantar la guerra del lado alemán, principalmente durante la Ofensiva Ludendorff. Estas tácticas sentaron las bases de la doctrina alemana desarrollada en el periodo de entreguerras, dando como resultado los principios de la Blitzkrieg usados con tanto éxito durante la primera mitad de la Segunda Guerra Mundial.

Italia reacciona

Las primeras consecuencias que la batalla de Caporetto tuvo en Italia fueron la sustitución del mariscal de campo Luiggi Cadorna por el general Armando Diaz como comandante en jefe del ejército, así como la formación de un nuevo Gobierno, en cierto modo inevitable tras los altercados y las polémicas habidas en retaguardia entre los defensores de la neutralidad y los defensores de la intervención.

Sin embargo, el cambio que mayor influencia tendría en los siguientes años fue la transformación de la opinión pública sobre la guerra. Antes, el ejército había luchado en terreno extranjero con el objetivo de conseguir anexiones territoriales. Caporetto, luchado casi en su totalidad en territorio italiano, transforma el objetivo de la guerra en la lucha por la defensa de la patria. Este hecho y la escala de la derrota italiana son explotados hábilmente por algunos personajes públicos, como el poeta nacionalista Gabrielle D'Annunzio, precursor de los ideales y las técnicas del fascismo italiano, y, especialmente, Benito Mussolini, entonces redactor del periódico Il Popolo d'Italia, que difundieron emotivas llamadas al sentimiento patriótico, a la disciplina y a la lucha contra el invasor. Con sus arengas consiguen levantar los ánimos de más de medio millón de nuevos reclutas que aportan las fuerzas suficientes para resistir los siguientes envites austrohúngaros en el Piave y salvar a Italia de la ocupación.

Algo más de un año después, aprovechando la visibilidad y el liderazgo así conseguidos, Mussolini fundó el movimiento fascista, abriendo la etapa más negra de la historia moderna italiana.

jueves, abril 03, 2008

El genio artístico de Austria-Hungría

Viena, al amanecer del siglo XX, era una enorme ciudad, capital del Imperio Austrohúngaro, y el cuarto centro político y financiero del mundo. Es la época clásica de Francisco José y Sissi, los valses y óperas, y los suntuosos palacios y edificios eclécticos vieneses. Sin embargo, cerca de los rancios ambientes de la aristocracia decadente de los Habsburgo y el cerrado racionalismo artístico, existía en la sombra un enjambre de artistas de vanguardia, rebosando de energía intelectual y sensual. Las obras de esta generación "clandestina", progresistas y provocadoras, chocaron constantemente con el conservadurismo de la cultura austrohúngara. Hoy en día, nuestra visión moderna lo considera uno de los movimientos más creativos de la Historia.

Simbolismo vs Realismo

En los últimos años del siglo anterior, llegó a Austria la influencia de la corriente simbolista. Este movimiento había surgido como oposición al realismo y naturalismo imperantes, que habían dejado de tener sentido con la difusión de la fotografía. El simbolismo, en cambio, rechazaba la mera representación de las apariencias en favor de las ideas, una especie de forma de pensar neorromántica y espiritual. Se tratan reflexiones sobre la vida y la muerte, el amor, la divinidad, la naturaleza, las estaciones del año, etc. Especialmente se representa la figura de la mujer, que simboliza por sí misma tanto el deseo como la muerte (Klimt), un ser sensual que se vuelve casi mágico (Mucha) y finalmente simplemente provocador (Schiele).

En medio de este ambiente entre academismo y simbolismo, de las viejas y las nuevas generaciones de artistas de la Escuela de Artes y Oficios de Viena, estudió el joven Gustav Klimt, hijo de un inmigrante de Bohemia. Criado en un ambiente pobre pero cercano al arte, era un ferviente admirador del pintor clasicista Hans Makart. Sin embargo, sus experimentos en motivos alegóricos y sus dorados trabajos en decoración arquitectónica, así como la búsqueda de la simbología transmitida por la sensualidad femenina, terminaron de marcar su estilo personal.

Tuvo de hecho grandes problemas con esto último, cuando realizó las pinturas Filosofía, Medicina y Jurisprudencia para la Universidad de Viena en 1894. Las conservadoras personalidades políticas, estéticas y religiosas del Imperio se llevaron las manos a la cabeza ante el explícito lenguaje sexual de estas obras, que fueron consideradas abiertamente como "pornográficas". Klimt no volvió a aceptar encargos de instituciones públicas.

La secesión vienesa

Mientras tanto, en Francia y Gran Bretaña, surgía el Art Nouveau. Directamente relacionado con el simbolismo, pero con más aportaciones estéticas que de concepto, uno de sus mayores representantes gráficos fue el checo Alfons Mucha, natural de Moravia. Tras fracasar en Viena, movió su estudio a París, donde adquirió un gran prestigio y un inesperado éxito comercial, especialmente en los diseños de los carteles para las obras de la actriz Sarah Bernhardt y en las revistas de difusión simbolista (La plume, 1898). Aun sin estar relacionado con Klimt, también persiguió la espiritualidad mediante la representación sensual del cuerpo femenino, pero tratándolas como personajes intocables dignos de cuentos de hadas.

La versión austriaca de este arte fue representada por el movimiento de la Secesión de Viena, fundado por Klimt y otros artistas en 1897 a imagen de los movimientos de Munich y Berlín. Con los años, influiría más que éstos en las nuevas corrientes del Art Nouveau. El objetivo de la institución se centró en oponerse al insípido eclectismo imperante y fomentar la experimentación en nuevos materiales y formas decorativas que, de nuevo, rompieran con los clásicos de la época. De hecho, construyeron su propio pabellón de exposiciones, diseñado por uno de los componentes, el arquitecto Josef Maria Olbrich. Otros miembros del movimiento fueron los arquitectos Otto Wagner y Josef Hoffman, y el pintor y decorador Koloman Moser.

Durante cinco años, la institución creó efectivamente un nuevo estilo que se secesionaba de todo lo existente, utilizando motivos y formas más puros y abstractos en sus obras. Además, éstas consiguieron mezclar diferentes artes decorativas en una sola -arquitectura, pintura, orfebrería, decoración- acercándose a la idea llamada del "arte total".

En 1903, tres de los principales artistas del movimiento, Klimt, Hoffman y Moser no pudieron soportar convivir con una facción que se oponía a la fusión de las artes decorativas -los llamados naturalistas-, y fundaron independientemente el Wiener Werkstätte. Es este instituto el que creó el estilo más verdaderamente distintivo de la corriente Art Nouveau, la aplicación de la belleza a los objetos prácticos, caracterizada por las formas simples, la decoración minimalista y el uso de patrones geométricos.

Ya en 1899, en su Nuda Verita, Klimt había introducido una cita de Schiller: "Si no puedes agradar a todos con tus hechos y tu arte, complace a unos pocos". Efectivamente, el arte producido por la Werkstätte defendía el valor de ser único y manual, en oposición a las corrientes industrialistas de las Escuelas de Artes y Oficios europeas, orientadas cada vez más a la producción en masa. Este espíritu elitista fue confirmado por Hoffman, al decir que "ya que no es posible trabajar para todo el mercado, nos concentraremos en aquéllos que se lo pueden permitir."

Romper con las tendencias sociales que les rodearon tuvieron su precio: Tanto Hoffman como Olbrich fueron exiliados, el primero a Bruselas y el segundo a Darmstadt (Alemania), donde continuó participando activamente de la escuela modernista de la ciudad. Por su parte, Hoffman continuó persiguiendo la aplicación práctica del arte en arquitectura y objetos, y sentó las bases de lo que después sería el Art Deco.

Nuevas secesiones. El expresionismo

Junto con su discípulo, Egon Schiele, Klimt creó en 1917 el Kunsthalle (Salón de Arte) de Viena, para atraer a artistas locales y evitar su fuga al extranjero. Klimt se mostró siempre muy interesado en el joven pintor, le introdujo en el Wiener Werkstätte, y en 1908 tuvo su primera exposición. Juntos experimentaron con nuevas tendencias simbolistas, más centradas en los sueños y aspectos más oscuros de la conciencia humana, como la angustia y la soledad. El estilo de Schiele, sin embargo, fue cada vez más diferente al de su maestro, ya que descuidaba el estilo de sus obras para centrarse en la pura expresión de la idea. Había nacido el expresionismo.

No hay que olvidar, con un estilo más personal, al genial y excéntrico pintor húngaro Csontváry, también a medio camino ente el simbolismo y expresionismo, y sus misteriosos cuadros plagados de metáforas y sentimiento dramático.

Schiele abandonó a Klimt para dedicarse enteramente al nuevo estilo. Al igual que su maestro, Schiele ganó prestigio en toda Europa pese a no ser un gran viajero, de hecho prefirió recluirse en su estudio, lejos del ruido de Viena. Sin embargo, no deja de observar los comportamientos neuróticos de los habitantes de la ciudad, decadente y replegada sobre sí misma, descritos por Sigmund Freud y representados por él mismo y su contemporáneo Oskar Kokoschka, que recibió formación del genial Klimt. Éste último se convertiría, tras la prematura muerte del maestro y de Schiele en 1918, en el más intenso artista expresionista del siglo XX, cuyos cuadros, declarados "degenerados" y perseguidos por los nazis, reflejaron los aspectos más desgarradores y oscuros de la difícil época que vivió.

martes, marzo 25, 2008

Intrigas de los Omeyas

Bajo la dirección de los califas omeyas, el entonces joven mundo musulmán llegó a su máxima expansión territorial y a las mayores cotas de cultura y creatividad hasta la época. Fue, sin embargo, un imperio altamente inestable, y en el que el poder del califa estuvo constantemente cuestionado por facciones rebeldes. En unos cien años, entre 644 y 759, reinaron hasta quince califas, de los cuales seis acabaron asesinados. Hubo tres grandes guerras civiles y más de diez levantamientos generalizados.

Los omeyas eran la familia que descendía de Umayyad (Omeya). Éste compartía tatarabuelo con Mahoma, que era de la familia de los hashimitas. Como buenas familias pertenecientes a la misma tribu -los Quraish-, y cercanas al poder, los omeyas y los hashimitas se llevaban a matar. De hecho, los omeyas fueron los principales opositores a la nueva religión musulmana, hasta que Mahoma les sometió y se convirtieron en 630.

El primer califa omeya fue Utmán, elegido en 644 por la comunidad de líderes tribales (shura) según la tradición de los Quraish, al haber sido uno de los primeros convertidos al Islam, con la oposición de toda su familia. Siendo califa, sin embargo, dio los primeros pasos hacia la dinastización, dando prioridad a los omeyas para ocupar cargos de gobernador. Su gobierno próspero y de gran libertad política y religiosa dio pie a las primeras intrigas, instigadas por rencillas tribales, enemigos personales del califa y potencias extranjeras temerosas de la expansión islámica -Utmán triplicó la extensión del califato-. Pero sobre todo por Alí, también discípulo del profeta, que negaba la validez de las decisiones de la shura al defender que Mahoma le había designado personalmente su sucesor antes de morir. Una revuelta aparecida en Egipto terminó con el asesinato del califa en 656.

Sunitas, chiítas y jariyitas

Oficialmente, Alí fue proclamado califa por las familias de Medina. Sin embargo, Moavia, gobernador de Siria y primo de Utmán, acusó a Alí de haber causado su asesinato y de no hacer nada por condenar a los culpables. Tras apoyar, pero no participar, en la rebelión que lideró Aisha, viuda de Mahoma, que fracasó, organizó su poderoso ejército sirio y se enfrentó a Alí en Siffin. Hubo un empate en la batalla, y Alí negoció con Moavia una tregua -el arbitraje de Adroj (658)-, bajo la cual ambos adversarios mantendrían su posición anterior. Esto le valió que una fracción de los partidarios de Alí, pertenecientes a las tribus de Janifa y Tamin, le consideraran un traidor y se escindieran, bajo el nombre de jariyitas y el lema "no hay más norma que la de Dios", defendiendo que el califa no es quién para decidir el reparto de poder en el mundo. Alí no pudo acabar con todos los rebeldes en el motín, y terminaron asesinándole tres años después.

Moavia, que ya se había autoproclamado califa en 660, se apresuró hasta la capital, Kufa, con su reorganizado ejército desde Damasco, a hacerse con el título. El hijo primogénito de Alí, Hasán, al no contar con fuerzas suficientes, huyó a Medina y le dejó el trono libre a Moavia. Su hermano Husein intentó recuperar los derechos al trono, pero fue derrotado y muerto en Kerbala en 680. A su muerte a principios de ese mismo año, el califa Moavia había creado oficialmente la dinastía omeya, al obligar a los nobles a reconocer a su hijo Yazid como heredero. Esto le permitió consolidar el poder califal, pero también hacerse muchos enemigos que dieron lugar a numerosos enfrentamientos por la sucesión.

Desde este momento, la autoridad estuvo para siempre dividida en el mundo islámico. Frente a la ortodoxia musulmana, o sunismo, los derrotados seguidores de Husein constituyeron la secta chiíta, que volvería a la lucha repetidas veces, especialmente en Arabia e Irak, hasta ser un elemento clave en la caída de la dinastía omeya. Básicamente, los chiítas no reconocían la autoridad omeya, y en su lugar dieron el título de imán, o líder espiritual -para diferenciarlo del más mundano título de califa- a los sucesores de Alí. Siglos más tarde, un imán moriría sin descendencia, lo que provocaría la escisión del chiísmo en sub-sectas rivales entre sí.

Por otra parte, los jariyitas formarían una facción autodeclarada la defensora de la pureza islámica. Esta secta, hoy en día casi desaparecida, defendía que el califa no debía ser designado hereditariamente, sino que su elección debía emanar de la comunidad. Tras asesinar a Alí, constituyeron otro importante centro de oposición contra los omeyas, causando varias revueltas locales especialmente entre los bereberes del recién conquistado Magreb, en zonas de la alta Mesopotamia e Irak y Arabia del Norte, aunque el chiísmo alcanzó dimensiones mayores.

Califa en lugar del califa

Yazid murió en 683 a mitad del asedio de la Meca, tratando de someter a Abdulá ibn Zubair, que había apoyado a Husein y a su muerte se autoproclamó califa en Arabia y Egipto. Abdulá produjo fuertes dolores de cabeza a los califas de Damasco, ya que controlaba el principal lugar de peregrinación islámico. Para rivalizar con él, los omeyas construyeron la Mezquita de la Roca de Jerusalén. La existencia de los dos califas se prolongó diez años, ya que una de las dos principales tribus sirias, los Qaisíes, le apoyó contra la de los Kalbíes, aliada de Damasco. La lucha entre estas dos tribus significaría una larga guerra civil, a la que se unió una tercera facción, la del rebelde al-Moktar, que se había hecho fuerte en Irak y defendía los derechos de otro descendiente de Alí -Mohamed ibn al-Hanafiya-, sin su consentimiento.

El nuevo califa de Damasco, al-Malik, decidió esperar a que las dos facciones rebeldes se destruyeran entre sí en lugar de atacar abiertamente. Finalmente al-Moktar fue derrotado en Kufa por Abdulá en 687. Fue entonces el momento de atacar a su debilitado ejército, que cayó en la Meca cinco años después, tras un durísimo asedio que destruyó el Lugar Santo de la Kaaba. Abdulá fue decapitado, y su cuerpo expuesto para escarmiento de rebeldes. El nuevo soberano de todo el mundo islámico fue de centralización y paz interna. Gracias al gobernador de Irak y su lugarteniente personal, al-Hajjaj ibn Yosef, ninguna revuelta tuvo éxito durante esos años. Esto le permitió proseguir con las conquistas y llegar a la máxima expansión del imperio, desde España hasta la India.

Cuando gobernaron los hijos del gran al-Malik, menos autoritarios, los rebeldes volvieron a la carga. Al heredar un imperio tan grande y heterogéneo, y en el que los árabes gozaban de privilegios y exenciones fiscales sobre los extranjeros, fue cada vez más difícil garantizar la cohesión. Aunque uno de los soberanos, Omar, intentó abolir esta diferenciación, la consecuente bajada de impuestos se volvió insostenible, y la vuelta a la subida de impuestos llevó a revueltas generalizadas, sobre todo en la Transoxiana en 734. Para agudizar los problemas, el califa Hisam sufrió derrotas en todos los confines del imperio (Tours, Samarkanda, Akroinon, etc.), y cada vez más rebeliones de descontento surgían en un territorio imposible de controlar: los chiítas de Sayid en Irak, los bereberes en el Norte de África -Marruecos y España se disgregaron del califato en 740-, los jariyitas en Irán, y los feudos de las conflictivas tribus sirias desangrándose entre sí. Mientras, la decadencia y las intrigas de palacio iban a más: los miembros de la familia, junto con generales y gobernadores, luchaban por el poder -el borracho y corrupto califa al-Walid II fue asesinado por su propio primo, Yazid, que no fue más brillante que él-.

Los verdugos abásidas

El fin de los omeyas vino de mano de la familia de los Abásidas, descendientes de Abás y familia política -lejana- de Mahoma. De hecho, se cree que no eran árabes, sino persas conversos, lo cual explica que se hicieran fácilmente con el apoyo de los ciudadanos no árabes de Irán. Con la excusa de que los omeyas se habían alejado del espíritu del Islam, se atrajeron a chiítas y jariyitas, englobando a toda la oposición posible -aunque no hay que decir que, tras el derrocamiento de la dinastía, siguieron enfrentándose a los nuevos califas-.

Los abásidas consolidaron su poder en Jurasán, al noreste de Irán, lejos del poder central, y en 747 comenzaron una revuelta abierta. En 749, el abásida Abu se hizo proclamar califa en Kufa. Al año siguiente derrotaron a los omeyas en Zab, y el califa Marván II fue perseguido y asesinado en Egipto. Liberando todo el rencor acumulado durante cien años, los vencedores ultrajaron las tumbas de los omeyas y asesinaron a los restantes miembros de la familia. Sólo uno se salvó, Abderramán, que huyó a la provincia limítrofe de Córdoba y allí prolongó la dinastía, pero ésa es otra historia.

AÑADIDO 02-04-2008 (versión en español): Si se quiere continuar con la historia del último omeya, Abderramán I emir de Córdoba, recomiendo este artículo del blog Historias de la Historia

jueves, marzo 06, 2008

Ciencia y tecnología en la Alemania nazi

Todo hay que decirlo. La Alemania de los años 1932 a 1945 fue uno de los mayores focos, sino el mayor, de investigación tecnológica y científica del mundo. Durante ese periodo los brillantes ingenieros alemanes crearon más de 300,000 patentes, que tras la guerra los vencedores se apropiaron y aprovecharon para posteriores desarrollos, y han llevado a muchos productos que usamos ahora.

Este post no es ningún tipo de apoyo ni identificación con la ideología nacionalsocialista ni con el régimen de Hitler. Sólo trata de mostrar los avances tecnológicos que se produjeron en este contexto temporal y político.

Avances bélicos

Teniendo en cuenta el objetivo militarista de Hitler, existió un fuerte apoyo financiero a la investigación orientada a la guerra. Sin embargo, muchos de los avances armamentísticos alcanzados se echaron a perder a causa de enfrentamientos de facciones dentro del ejército y a la planificación inestable de Hitler. Se despilfarraron muchos recursos en proyectos políticamente efectistas pero poco factibles, mientras que se dedicaron pocos esfuerzos a hacer prácticos los nuevos inventos. Aun así, los alemanes contaron con una ventaja tecnológica en la guerra, al utilizar por ejemplo el primer rifle automático y los primeros cañones de tipo "railgun".

El Messerschmitt Me 262 (llamado "Schwalbe", la golondrina) fue el primer avión a reacción operativo de la Historia. Tras una serie de reformas y retrasos, debidos técnicamente a la ausencia de aleaciones capaces de resistir el sobrecalentamiento causado por la velocidad, pero también a la convicción de Hitler en una victoria rápida y la innecesariedad del nuevo modelo, en mayo de 1943 el prototipo del caza cohete estaba listo. Alcanzó casi los 900 km/h en sus vuelos de prueba, lo que hizo a Adolf Galland, jefe de la Aviación de Caza, exclamar: "Parece impulsado por los ángeles!". Sin embargo, la obcecación de Hitler hizo que se reconvirtiera al prototipo en bombardero, retrasando su fabricación un año y neutralizando sus grandes ventajas que eran la velocidad y poder de fuego contra bombarderos. Finalmente, menos de 300 ejemplares entraron en combate. Pese a algunos éxitos puntuales, como la legendaria actuación del escuadrón JV44 de J. Steinhoff y el mismo Galland, con más de mil derribos, el caza-cohete no tuvo repercusión a causa de la falta generalizada de combustible y pilotos experimentados -fue una auténtica trampa mortal para muchos novatos-. Además, las desavenencias de Göring con Galland hicieron que no se fabricara en la escala necesaria. Al final de la guerra, los aliados se apropiaron de los modelos que quedaron intactos, de los que proceden directamente el F-86 Sabre americano y el MiG-15 soviético.

Los U-boot, submarinos alemanes, fueron el arma marina más operativa que tuvieron en el Atlántico durante la guerra. Especialmente el modelo U-boot VII fue el submarino más avanzado de su época, armado con cinco lanzatorpedos mientras que alcanzaba 18 nudos en superficie. La táctica propuesta por Dönitz, comandante de la Kriegsmarine, la "manada de lobos", se basaba
en ataques nocturnos en grupo a convoyes ingleses, que significaron enormes pérdidas para la Royal Navy. De todas formas, la tardanza del almirante en convencer a Hitler de la conveniencia de la guerra submarina disminuyó considerablemente la escala de esta. A partir de 1943, los aliados aprendieron finalmente a contrarrestar a los U-boot mediante la localización por radar y los aviones torpederos.

Sin embargo, la mayor innovación alemana en la guerra submarina consistió en el U-boot XXI. Este submarino de nueva generación, que influyó directamente en los diseños de los primeros submarinos nucleares norteamericanos, combinaba novedosas tecnologías que lo podrían haber convertido en uno de los mayores retos para la marina aliada y haber influido decisivamente en el transcurso de la guerra. Por un lado disponía un nuevo sistema hidráulico de recarga, que le proporcionaba una potencia de disparo seis veces mayor que la de los tipos VII. Por otro lado, su sistema de sonar le permitía disparar sin necesidad de apuntar con el periscopio, aumentando así su sigilo. Pero principalmente, la combinación del diseño estilizado de su casco con la amplia capacidad de sus baterías eléctricas, le daban mayor velocidad sumergido que en superficie (17 nudos frente a 15) y mayor tiempo de inmersión, convirtiéndolos en una presa extremadamente difícil de cazar. Entre 1943 y 1945 se construyeron 118 unidades de este modelo. Sin embargo, sólo dos de ellos (U2511 y U3008) participaron en misiones de combate antes del fin de la guerra, debido al largo periodo necesario para la formación y entrenamiento de su tripulación en una tecnología tan novedosa.

El primer misil balístico, el Vergeltungswaffe 2 ("Arma de Venganza"), o V-2, fue desarrollado por el equipo de ingenieros de Wernher von Braun en 1942, tras una década de trabajos en propulsores de alcohol y oxígeno líquido. Pero aunque contó con todo el apoyo de Hitler, la producción en masa no comenzó hasta finales de 1943. El cohete tenía como ventaja su enorme velocidad, lo que lo hacía virtualmente ilocalizable e indestructible por los aliados. Sin embargo, su corta autonomía (poco más de 300 km) y nula precisión, lo hicieron sólo útil en los bombardeos indiscriminados que llevó a cabo Hitler en la costa sur de Inglaterra. Hasta comienzos de 1945, cayeron casi 1500 misiles en territorio inglés. Una vez terminada la guerra, tanto la URSS como los EEUU se apresuraron en llevarse a su país a los especialistas que habían desarrollado esta arma. Entre ellos, el equipo del mismo Von Braun creó el cohete Saturno V para la NASA, que (supuestamente) llevó al hombre a la Luna en 1969.

También hay que mencionar el V-1, desarrollado en paralelo al V-2, y que se considera el primer misil guiado. Al igual que con el V-2, las medidas de defensa tradicionales empleadas por los aliados (cazas interceptores, cañones antiaéreos, globos aerostáticos, ...) resultaron ineficaces frente a estas nuevas amenazas, siendo las únicas defensas adecuadas las proporcionadas por la destrucción de sus bases de lanzamiento y las actividades de desinformación del contraespionaje (en las que las acciones de los agentes dobles del sistema XX y, en concreto, el español Juan Pujol alias "Garbo" fueron de vital importancia).

También se sospecha que los alemanes llevaron a cabo pruebas nucleares en Turingia en Marzo de 1945, dos meses antes que los americanos. Sin embargo, la clasificación de los documentos que supuestamente lo prueban ha hecho imposible saber con certeza hasta ahora el grado de avance con que contaban.

Otros inventos

En 1935, el ingeniero Fritz Pfleumer creó el K1, primer grabador magnetofónico. Por lo tanto, los primeros conciertos musicales y discursos políticos grabados fueron alemanes. El uso militar que se le dio fue muy extenso, como medio de grabación de transmisiones tanto propias como interceptadas. Los aliados sabían que los nazis estaban utilizando un dispositivo de este tipo, pero no lo conocieron hasta que invadieron Alemania en 1944. Allí, el ingeniero estadounidense Jack Mullin analizó el dispositivo, una gran invención para su época, que fue comercializado por la empresa Ampex y revolucionó la industria de los medios americana durante los 40 y los 50.

La primera máquina funcionando con aritmética binaria, la Z3, que incluía posibilidades de programación, fue desarrollada en 1941 por el ingeniero alemán Konrad Zuse, y se convirtió en esencia en la primera computadora digital. Aunque fue destruida durante un bombardeo en 1944, marcó una fase para el posterior desarrollo, en 1948, de la famosa computadora americana ENIAC, que incorporó la aritmética decimal.

Los dispositivos de infrarrojos con los que contaban los interceptores alemanes servían muy bien en misiones nocturnas, al mismo tiempo que los aliados comenzaban a plantearse si una tecnología así era posible.

En medicina no vamos a indicar los infames experimentos pseudo-científicos del doctor Mengele con los prisioneros de los campos de concentración. De un lado más constructivo, es obra de científicos alemanes de esa época la primera relación directa entre el tabaco y el cáncer de pulmón -lo que hizo que durante varios años estuviera prohibido fumar en la Luftwaffe-. También fueron ellos los inventores de la metadona y de los pesticidas modernos.

domingo, febrero 24, 2008

La cuarta Cruzada: Cristianos contra cristianos

Las Cruzadas, el hecho de dar un significado religioso a las luchas que, durante toda la Edad Media, se daban entre príncipes cristianos y musulmanes, significaron de alguna forma la internacionalización de la guerra. La primera acción basada en la idea de Cruzada ocurrió en la España de la Reconquista. Alfonso VI de Castilla, tras su aplastante derrota en Sagrajas frente a los Almorávides, pide ayuda a a caballeros extranjeros para resistir en Toledo y la frontera del Tajo los continuos ataques musulmanes.

Los orígenes de las Cruzadas nacieron de un sentimiento espontáneo de peregrinos cristianos que visitaban los Santos Lugares. Estos iban cada vez más en grupos armados, pese a que los árabes, muy tolerantes, no les oponían ningún obstáculo. Este sentimiento fue aprovechado por el papa Urbano II, que predicó la primera Cruzada en 1095, con la finalidad de desviar las actividades belicosas de los señores feudales. Además, de esta forma se permitía hacer una exhibición de fuerza ante su debilitado enemigo, la Iglesia Ortodoxa de Oriente, al enviar mercenarios a la defensa del Imperio Bizantino. Tuvo un éxito extraordinario, miles de caballeros cruzados de toda Europa se agruparon en Constantinopla y conquistaron Jerusalén, y se crearon órdenes militares que lo mantuvieron durante casi cien años.

Sin embargo, durante las siguientes Cruzadas, los reyes tienen un papel cada vez más importante, que incluso choca a veces con la dirección pontificia. Hombres de negocios italianos financian las infructuosas expediciones de San Bernardo de Claraval, y luego de Ricardo Corazón de León junto al emperador Federico Barbarroja.

Los problemas financieros de la cuarta Cruzada

El papa Inocencio III quiso cambiar esta situación predicando una cuarta Cruzada. Evitando cuidadosamente que los reyes asuman su dirección, planifica un ataque muy organizado contra Egipto, corazón del imperio de Saladino. Contrató a los venecianos el transporte, logística y refuerzo de tropas, y nombró al italiano Bonifacio de Montferrato, descendiente de cruzados, como líder del ejército. En 1202, más de 30,000 cruzados, en la mayoría franceses, se comprometieron a estar listos para partir hacia El Cairo, algo que sin embargo nunca sucedió.

En Venecia se presentaron sólo una tercera parte de los soldados prometidos, y con ellos poco más de la mitad de los marcos de plata necesarios para pagar. Exigiendo los venecianos el pago de las naves, que sí habían construido, se tuvo que llegar a un acuerdo entre las dos partes. Finalmente, el duque Enrico Dandolo de Venecia, hábil diplomático y sobre todo hombre práctico, consiguió atraer la Cruzada para sus propios intereses.

Pese a que el papa Inocencio había prohibido expresamente a los cruzados "cometer actos atroces contra otros vecinos cristianos", los venecianos exigieron como pago a los caballeros que tomaran la ciudad de Zara, rebelde a Venecia y bajo la protección del rey Emerico de Hungría y Croacia, que sin embargo había mostrado apoyo a la Cruzada. Algunos cruzados, decepcionados, volvieron a casa, mientras la mayoría se enfrentaban a una amenaza de excomunión tras tomar la ciudad.

Mientras esto ocurría, Bonifacio, el en teoría líder de la expedición, con intención de recuperar la iniciativa y salvar la Cruzada, se reunió con Alejo el Ángel, cuñado de su primo, e hijo del emperador bizantino Isaac, depuesto hacía algunos años por su tío -también Alejo- que ahora ostentaba el poder en Constantinopla. Alejo prometió financiación y refuerzos a la expedición si le ayudaban a recuperar el trono. La mayoría de los cruzados aceptaron, y especialmente los venecianos, ya que el usurpador había expulsado a sus mercaderes al llegar al poder.

El sinsentido

La ciudad cayó con la rápida huida del emperador, y Alejo IV fue coronado emperador de Constantinopla. Sin embargo, encontró enormes problemas para encontrar el oro y plata que había prometido a sus socios, pese a fundir grandes cantidades de objetos valiosos que existían en la ciudad. Este ataque a las posesiones de la población, junto con la antipatía creciente hacia los extranjeros que ocupaban su ciudad, causaron luchas continuas entre griegos y cruzados en las calles y en la corte.

En Enero de 1204, un cortesano líder del movimiento antilatino acabó estrangulando al emperador -la manera favorita de derrocar en Bizancio- y se autoproclamó Alejo V. Lo primero que hizo fue terminar el contrato con los cruzados y expulsarlos de la ciudad. Éstos asaltaron la ciudad, pero fueron repelidos por la fiera resistencia de la población griega.

La desmoralización de los cristianos los puso al borde de la retirada. Sin embargo, los clérigos que les acompañaban hicieron uso de un discurso efectivo, desoyendo las continuas órdenes del papa Inocencio de que cancelaran este ataque contra cristianos: esta acción no era un castigo de Dios por sus pecados, sino una prueba a sus espíritus. Eran los griegos, asesinos y traidores al asesinar a su patrón, y literalmente "peores que los judíos", los que merecían la muerte. El resultado de estos ánimos fue efectivamente la toma de la ciudad días más tarde, pero seguida de un saqueo considerado como el más violento y humillante de la Historia.

Durante tres días, y pese al intento por parte de los venecianos de restablecer la calma, los caballeros franceses participaron de una locura en la que continuamente pasaban a cuchillo a la población, destruían obras de arte, quemaban libros, asesinaban a clérigos y violaban a monjas. El historiador bizantino Nicetas Choniates cuenta en su crónica del saqueo de Constantinopla que los cruzados pasaron días emborrachándose en la sala capitular del palacio imperial, mientras una prostituta ocupaba el trono. El papa Inocencio, en sus cartas de 1205, escribe sobre la vergüenza que siente hacia las acciones de los cruzados, y el cisma definitivo entre la Iglesia Romana y la Iglesia Ortodoxa: "¿Cómo podría volver, la Iglesia de los griegos (...) a una unión eclesiástica y devoción a la Sede Apostólica, cuando se ha visto en los latinos un ejemplo de perdición y oscuridad, y ahora con razón les detesta más que a perros?".

Después del fin

La creación del Imperio Latino de Oriente, partido en una serie de estados pertenecientes a venecianos y señores franceses, fue vista como un elemento decisivo para el éxito de futuras Cruzadas. En realidad, las traiciones, exilios y asesinatos se sucedieron entre la nobleza durante el medio siglo que duró el Imperio, y el emperador latino se mostraba siempre incapaz de otener el apoyo de la población griega del territorio y de resistir las embestidas de turcos y búlgaros. De hecho, es a partir de un territorio griego, Nicea, que Miguel Paleólogo consigue asegurar la reconquista de Constantinopla en 1261 y la restauración del Imperio Bizantino. Sin embargo, la antes gran ciudad de Oriente nunca se recuperó, y el Imperio se volvió una degeneración de lo que era hasta la caída en manos turcas.

A partir del siglo XIII la idea de Cruzada decae, como algo fuera de su tiempo. Es blandida en muchas ocasiones como excusa para hacer la guerra contra herejes o príncipes enemigos de Roma, de modo que su poder moral se termina agotando en toda Europa excepto en Chipre, asiento de los reyes de Jerusalén, y Rodas, base de los Hospitalarios, que seguirán soñando obsesionados con la idea durante dos siglos más.

jueves, febrero 07, 2008

El infierno de Kursk

La batalla de Kursk no sólo fue la mayor confrontación de tanques de la Historia, sino también el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial. A partir de este punto, la Alemania de Hitler dejó de tener la iniciativa en el frente del Este para pasar a defender, algo que no cambiaría durante el resto de la guerra.

Barbarroja

La invasión de Rusia -operación Barbarroja, comenzada el 22 de Junio de 1941 y pensada para ser una conquista rápida, antes de que llegara el invierno- había ido bien para los alemanes en los primeros meses de lucha. Pese al comienzo demasiado tardío de la operación -el invierno ruso iba a llegar de todas formas- y haber infravalorado el poder de resistencia de la Unión Soviética, el ejército alemán contaba con mucha más preparación y mejor apoyo logístico. El factor sorpresa, el apoyo aéreo y la desorganización soviética permitieron un avance de 50 km diarios. En Agosto, la Wehrmacht ya estaba a poco más de 100 km de Leningrado, Kiev y Smolensk. Pero un inesperado cambio de planes alteró el ritmo de la invasión.

Hitler siempre se había creído un genio militar, y algunos aciertos estratégicos durante la guerra -mayormente, corriendo grandes riesgos- le convencieron para tomar personalmente el mando de los ejércitos del frente oriental. Los planes iniciales del plan eran, además de tomar Leningrado, enviar al sector Ejército Sur a tomar el control de los ricos pozos petrolíferos del Cáucaso, y al Central hacia Smolensk y directamente a Moscú, que debería estar ocupada antes del invierno. Sin embargo Hitler tomó una decisión desconcertante, contra la opinión de todo el Alto Mando: detuvo el avance a la capital para reforzar el Ejército Sur, que estaba combatiendo muy duramente en Kiev.

A Hitler se le había metido en la cabeza que la ciudad ucraniana debía ser tomada, pero debido a la férrea resistencia por parte de la población, el sitio terminó durando hasta Octubre, ralentizando todo el avance hacia el petróleo del Cáucaso. El resultado fue que, a la llegada del invierno, no se había alcanzado el crucial acceso a los pozos. A su vez, el grueso del sector Central, el IV Ejército de la Wehrmacht, estaba a las puertas de Moscú, pero debilitado a causa de este refuerzo inesperado, se había entretenido demasiado en Smolensk, y también carente de suministros, no podía avanzar más.

De atacantes a atacados

Tras la reorganización soviética, la expulsión de los nazis de Moscú y la estabilización relativa del frente ocurrida en el invierno, en 1942 los alemanes trataron de ocupar finalmente el Cáucaso. Sin embargo, de nuevo los conflictos de Hitler con el Alto Mando hicieron que la Operación Azul se convirtiera en un torpe avance que acabó atrapando a los alemanes en la batalla de Estalingrado, en la que perdieron a su mayor fuerza de elite, el VI Ejército.

El mariscal Von Manstein consiguió sin embargo contrarrestar la contraofensiva proveniente de Estalingrado, e incluso avanzar en Jarkov durante el mes de Marzo de 1943. Entonces propuso al Alto Mando tender una trampa que, atrayendo al Ejército Rojo hacia los restos del VI Ejército alemán, realizaría una maniobra envolvente que atraparía a los rusos en la cuenca del Donetz. Hitler, reacio a ataques envolventes, no aprobó el plan y se centró en Kursk, una zona entrante en el recto frente ruso.

El objetivo era demasiado obvio: los rusos previeron el ataque, que todavía les dio más ventaja al retrasarlo hasta Julio -Hitler quería que los nuevos carros Panther llegaran al frente-. Los generales Rokossovsky y Vatutin habían instalado decenas de cinturones defensivos, y disponían de planes de retirada progresiva conforme los alemanes fueran avanzando. Los rusos sabían que el ataque iba a venir de manos del enorme número de tanques que se habían acumulado allí. Cuando éstos comenzaron la Operación Ciudadela el 5 de Julio, más de un millón de minas antitanque diezmaron las columnas de acorazados. La artillería y aviación rusas, que tras dos años de campaña ya eran comparables en número y preparación a las alemanas, diezmaron el apoyo artillero alemán.

Aunque los Panzer seguían siendo un arma formidable apoyada por la Luftwaffe, no tenían el apoyo de infantería adecuado, y los soldados rusos fueron capaces de destruirlos fácilmente con cañones antitanque o simples cócteles molotov. Además, los nuevos modelos -Tiger y Panther- eran muy escasos y no dieron el resultado esperado. Más de la mitad quedaron fuera de combate el primer día por problemas con su sistema de refrigeración.

El 12 de Julio, los alemanes creyeron estar ante el final de los cinturones defensivos rusos. Sin embargo, al entrar en Prokorovka, la SS-Panzerkorps se encontró de frente con toda una división blindada de T-34 soviéticos. El mayor combate de blindados de la Historia (400 alemanes frente a 900 soviéticos) terminó en empate técnico, pero fue una enorme derrota moral para los nazis, que creíanestar cerca de la victoria. El 17 de Julio, cuando los soldados de la Wehrmacht vieron cómo todos los Panzer eran retirados y trasladados al nuevo frente de Sicilia, supieron que pasaban a la defensiva. Los contraataques soviéticos empezaron de inmediato. Los atacantes se convertían en atacados.