domingo, abril 22, 2007

De qué murió Descartes?

René Descartes, el hombre considerado como precursor del Método Científico y autor de libros revolucionarios como su Discurso del Método, murió en circunstancias oscuras que hasta hoy no se han podido aclarar.

En 1646, la impetuosa reina Kristina de Suecia, aficionada a las artes y la filosofía (aunque poco profunda en sus pensamientos, según admitió el propio Descartes), comenzó a cartearse con el filósofo, que se encontraba en su retiro en Holanda. Impresionada por sus enseñanzas, lo hizo llamar como invitado a la corte sueca para que fuera su profesor de matemáticas y filosofía. Esto formaba parte de su plan de rodearse de célebres pensadores europeos y convertir Estocolmo en un gran centro cultural.

Después de varias "invitaciones" forzosas, para las que la reina envió a un almirante y más tarde un buque de guerra, en 1649 Descartes aceptó su oferta a regañadientes. En Estocolmo fue recibido con todos los honores, se le incorporó a la aristocracia sueca y se le ofrecieron tierras conquistadas en Alemania.

Muerte en la Corte

No disfrutó de la vida en la corte. Aparte de algunos encargos puntuales (como unos versos en francés para un ballet, o unos planes para la Academia Sueca) sólo tenía que enseñar a la reina por las mañanas. El problema era que Kristina era extremadamente madrugadora, y fijó las horas de sus clases a las 5 de la mañana en pleno invierno sueco. Para Descartes, acostumbrado a quedarse leyendo y pensando en la cama hasta mediodía, fue un duro golpe. Como solía decir, "los pensamientos de los hombres se congelan aquí en invierno, igual que el agua". Cinco meses después de su llegada, el 11 de febrero de 1650, murió.

La versión oficial de la época dice que murió de neumonía. Tras tratar a un embajador francés en Estocolmo, que había contraído esta contagiosa enfermedad, Descartes enfermó a su vez y murió una semana más tarde. Considerando su poca costumbre al frío norteño, parece plausible. Se le enterró en un cementerio para niños no bautizados (al ser católico en un país protestante), y unos años más tarde volvieron sus restos a Francia. Caso cerrado.

Sin embargo, el embajador francés, Hector P. Chanut, grabó en su lápida esta inscripción: "Expió los ataques de sus rivales con la inocencia de su vida". Así pues, alguien pudo asesinarle. Motivos no faltaban, siendo un católico más influyente que la mayoría de los nobles. Se le pudo considerar peligroso y culpable de las inclinaciones catolicistas de la reina Kristina (que cuatro años después abdicó, se convirtió y se fue a vivir a Roma).

La prueba de la mentira

En 1980, por pura casualidad, se encontró la prueba. El científico alemán Eike Pies, revisando correspondencia de su ancestro Willem Piso en la Universidad de Leyden (Holanda), dio con una carta que le enviaba Johann van Wullen, médico personal de la reina Kristina y testigo de la agonía de Descartes. En la carta se detallan los síntomas día por día: debilitamiento, vómitos, diarrea, mareos, pigmentación de la piel, lesiones cutáneas, enteritis... síntomas comunes en una intoxicación por arsénico.

Entonces, Descartes fue envenenado casi con total seguridad. Cómo se ocultó la verdad? En la carta, Wullen indica que la reina quiso leerla antes de ser enviada e indicó que no cayera en manos de extraños. Probablemente Kristina quería salvar del desprestigio a la monarquía sueca, que ya era objeto de rumores e intrigas palaciegas a causa de las excentricidades de la reina. De esta manera, nunca se llegó a investigar el asesinato. Y los libros de Historia todavía cuentan la versión "oficial" de los hechos.

lunes, abril 09, 2007

Historia de los palillos

Siguiendo un buen comentario de K-dreaming sobre la Historia del tenedor, me he puesto a indagar sobre la Historia de los palillos.

Es comúnmente admitido que los palillos aparecieron en China hace alrededor de 5000 años. Antes de esa fecha, la comida se retiraba de grandes ollas en el fuego pinchados en largos palos cortados de los árboles. A lo largo del tiempo, la población fue creciendo y los recursos de combustible se hicieron escasos. Esto hizo que poco a poco se impusiera una forma más rápida de hacer la comida que requiriera menos madera, para lo cual la comida se cortaba en trozos pequeños para cocinarse antes. El alimento se podía comer directamente de la olla, eliminando la necesidad de cuchillos, y las ramas se convirtieron gradualmente en palillos.

Aunque el par de palillos más antiguo que se conserva data de la dinastía Tang (siglos VII a X dC), está escrito en el Liji (Libro de los Ritos) que se usaban palillos ya durante la dinastía Shang (siglos XVI a XII aC). Sima Qian afirmó en su libro de Historia, que el último rey de la dinastía utilizaba palillos de marfil. Según los expertos, los palillos de bambú y de madera deberían datar de al menos 1000 años antes. Durante los siglos siguientes se pusieron de moda los palillos de bronce, oro y plata. Estos últimos fueron especialmente populares entre la aristocracia, ya que se pensaba que la plata se volvía negra en contacto con veneno. Esta creencia es exagerada (en realidad la plata no reacciona al contacto con arsénico ni cianuro), pero tiene algo de cierta: los huevos, cebollas y ajos podridos emiten sulfuro de hidrógeno, que sí cambia el color de la plata.

Seguramente las enseñanzas de Confucio contribuyeron a fomentar el uso de los palillos en la mesa. El filósofo dijo, literalmente: "el hombre honorable y correcto separa bien lejos el matadero y la cocina. Y no permite el uso de cuchillos en su mesa". A causa de la popularidad de Confucio, que por cierto era vegetariano, este dicho erradicó la costumbre occidental de usar cuchillos en la mesa.

Alrededor del siglo VI dC, el uso de palillos se expandió a otros países como Corea, Vietnam y Japón. Aunque en Japón fueron en principio usados sólo para ceremonias religiosas, pronto adquirieron popularidad culinaria, y los japoneses crearon un nuevo tipo de palillos propios de su país: con punta más afilada que los chinos, y unidos en la base. A partir del siglo X se eliminó esta unión y aparecieron los palillos japoneses como los conocemos hoy. También en Tailandia se expandieron, pero en el siglo XIX el rey Rama V introdujo los utensilios occidentales, limitando el uso de palillos a los fideos.

Utensilios semejantes a palillos fueron desenterrados en los yacimientos arqueológicos de Megiddo (Israel), pertenecientes a invasores escitas de Canaán anteriores y contemporáneos de Moisés y Josué. Este descubrimiento revela la extensión del comercio entre Oriente Medio y Extremo Oriente en la antigüedad. Los palillos también eran utensilios comunes en los hogares de los uigures en las estepas mongolas en los siglos VI a VIII.